Lo sé. Soy un desastre. Estoy a tiempo de admitirlo y ser más feliz.
También sé que me quedan algunos capítulos que redactar sobre todos los entresijos de mi boda-express. (Puedes volver a leer sobre la pedida y la búsqueda de los proveedores, aquí y aquí.). No me olvido, pero actualmente el blog no es mi prioridad (no te lo tomes a mal), y aunque no voy a cerrarlo por ahora, te mantendrás más al día con mis cositas por Instagram. Puedes seguirme aquí y no perderte nada de las nuevas rutinas que he incluido en mi ajetreada vida, como el método #curlygirl para recuperar mis rizos o el reto propuesto por Gaby para reutilizar nuestros zapatos y dejarnos de tanta compra inútil #unzapatocadadia. También estoy más enfrascada en escribir relatos que publico en Pensamientos en Silencio, el primero de todos mis blogs, los que igualmente podrás leer y disfrutar por mi Instagram.
Y ahora sí, vamos al lío. Después de dudar mucho, leer sobre ellas cientos de artículos y preguntar a quienes ya la usaban durante meses, hace unos tres ciclos comencé a usar mi copa menstrual. Pude hacerme con una super oferta de la web de PlátanoMelón y me llegó a casa en un packaging lleno de amor y de varios regalitos que pudieron ver en mis stories. No es que esta copa menstrual sea cara, es de las más económicas que he visto, pero vivir en Canarias sale caro lamentablemente. Desde entonces les prometí un review sobre su uso, y aquí se los traigo.

Web de PlátanoMelón